Transcripción del capítulo «Alucinógenos De La Familia Triptamina Y La Conciencia» de «The Archaic Revival» de Terence McKenna

4e1a6217ca6b0d8751ff346f34543b42

Esta es una traducción no oficial. Por lo tanto, algunos fragmentos han sido parafraseados y puede que se pierda algo del significado original en el proceso de traducción.

Hay un lugar muy circunscrito en la naturaleza orgánica que tiene, pienso, importantes implicaciones para estudiantes de la naturaleza humana. Me refiero a los alucinógenos derivados del triptófano: dimetiltriptamina (DMT), psilocibina, y una droga híbrida que está en uso aborigen en las selvas tropicales de Suramérica, ayahuasca. Esta última es una combinación de dimetiltriptamina y un inhibidor de monoamino oxidasa que es tomado oralmente. Parece apropiado hablar sobre estas drogas cuando discutimos la naturaleza de la conciencia; también es apropiado cuando discutimos la física cuántica.

Es mi interpretación que la mayoría de los fenómenos de la mecánica cuántica que todos experimentamos, aparte de la conciencia de vigilia en sí misma, son sueños y alucinaciones. Estos estados, al menos en el sentido limitado que me concierne, ocurren cuando grandes cantidades de varios tipos de radiación transmitidas hacia el cuerpo por los sentidos son limitados. Luego vemos imágenes interiores y procesos interiores que son psicofísicos. Estos procesos definitivamente se originan en el nivel mecánico cuántico. Ha sido demostrado por John Smythies, Alexander Shulgin, y otros que hay correlaciones mecánico cuánticas a los alucinógenos. En otras palabras, si un átomo en un anillo molecular de un compuesto inactivo es movido, el compuesto se vuelve altamente activo. Para mi esto es una perfecta prueba del enlace dinámico en el nivel formativo entre materia y mente descritos mecánico cuánticamente.

Los estados alucinatorios pueden ser inducidos por una variedad de alucinógenos y anestésicos disociativos, y por experiencias como ayuna y otras pruebas. Pero lo que hace a la familia de compuestos de la familia triptamina específicamente interesantes es la intensidad de las alucinaciones y la concentración de actividad en la corteza visual. Hay una inmensa vividez en estos paisajes interiores, como si información estuviese siendo presentada en tres dimensiones y desplegada en cuatro dimensiones, codificada como luz y como superficies en evolución. Cuando uno confronta estas dimensiones, uno se vuelve parte de una relación dinámica relativa a la experiencia mientras se intenta decodificar lo que está diciendo. Este fenómeno no es nuevo—las personas han estado hablando con dioses y demonios por mucho mas de la historia humana de lo que no lo han hecho.

Es únicamente el engreimiento de las sociedades post industrialistas científicas y tecnológicas lo que nos permite incluso plantear algunas de las preguntas que consideramos muy importantes. Por ejemplo, la cuestión del contacto con extraterrestres es un tipo de engaño basado en un número de asunciones que un momento de reflexión probarán son completamente falsas. Buscar expectantemente una señal de radio proveniente de una fuente extraterrestre es probablemente una presunción tan atada a la cultura como buscar un buen restaurante italiano en la galaxia. Y aún así, esta ha sido elegida como la avenida a través de la cual se asume que el contacto ocurrirá. Mientras tanto, hay personas en todo el mundo—psíquicos, chamanes, místicos, esquizofrénicos— cuyas cabezas están llenas de información, pero que han sido designadas a priori como irrelevantes, incoherentes, o locas. Solo aquello que es validado por medio de un consenso a través de ciertas instrumentalidades sancionadas serán aceptadas como señal. El problema es que en realidad estamos tan inundados de estas señales—estas otras dimensiones— que hay una gran cantidad de ruido en el circuito.

No es un gran logro oír una voz en la cabeza. El verdadero logro es asegurarse de que te está diciendo la verdad, porque los demonios vienen en muchas formas. «Algunos están hechos de iones, otros de mente; los que son de ketamina, descubrirás, tartamudean a menudo y son ciegos.» La reacción a estas voces no es arrodillarse en genuflexión ante un dios, porque entonces serás como Dorothy en su primer encuentro con Oz. No hay dignidad en el universo a menos que confrontemos estas cosas de pie, y eso significa tener una relación Yo/Tú. Uno le dice al Otro: «Tú dices que eres omnisciente, omnipresente, o dices que eres de Zeta Reticuli. Hablas mucho, pero ¿qué puedes mostrarme?» Magos, personas que invocan estas cosas, siempre han entendido que uno debe ir a estos encuentros con entendimiento sobre uno mismo.

¿Qué tiene que ver la comunicación extraterrestre con esta familia de compuestos alucinógenos que deseo discutir? Simplemente esto: que la única fenomenología presentacional de esta familia de compuestos ha sido pasada por alto. La psilocibina, a pesar de ser rara, es la más conocida de estas sustancias abandonadas. La psilocibina, en las mentes del público no informado y a los ojos de la ley, se engloba junto con el LSD y la mescalina, cuando de hecho cada uno de estos compuestos es un universo definido fenomenologicamente en sí mismo. La psilocibina y el DMT invocan el Logos, aunque el DMT es más intenso y más breve en su acción. Esto significa que ellos trabajan directamente en los centros de lenguaje, así que un aspecto importante de esta experiencia es el diálogo interior. Tan pronto como uno descubre esto sobre la psilocibina y sobre las triptaminas en general, uno debe decidir si abrir o no el diálogo e intentar darle sentido a la señal entrante.  Esto es lo que he intentado.

Yo me considero un explorador y no un científico, porque el área que estudio contiene datos insuficientes para apoyar siquiera el sueño de ser una ciencia. Estamos en una posición comparable a la de los exploradores que trazan el mapa de un río y sólo señala otros ríos que fluyen hacia él; debemos dejar muchos ríos sin ascender y de esta manera no podemos decir nada sobre ellos. Esta colección de datos Baconiana, sin asunciones sobre que pudiera arrojar eventualmente, me ha llevado a un número de conclusiones que no anticipé. Tal vez por reminiscencia puedo explicar lo que quiero decir, porque en este caso el describir experiencias pasadas plantea todos los problemas.

Experimenté con DMT por primera vez en 1965; incluso en ese entonces era un compuesto con el que raramente uno se topaba. Es sorprendente cuántas pocas personas están familiarizadas con él, porque vivimos en una sociedad que está absolutamente obsesionada con todo tipo de sensación imaginable y que adora cada terapia, cada intoxicación, cada configuración sexual, y todas las formas de sobrecarga de los medios de comunicación. Sin embargo, sin importar cuán hedonistas o perseguidores de lo bizarro podamos ser, nos damos cuenta que el DMT es demasiado. Es, como dicen en español, bastante, es suficiente—tan suficiente que es demasiado. Una vez fumado, la experiencia comienza en aproximadamente quince segundos. Uno cae inmediatamente en un trance. Los ojos de uno se cierran y uno oye un sonido como de celofán rasgado, como si alguien arrugase películas de plástico y las arrojase. Un amigo mío sugiere que es nuestra entelequia de radio arrancando de la matriz orgánica. Un tono ascendiente es oído. También presente está la modalidad alucinógena normal, una superficie geométrica de formas coloridas cambiantes. En el sitio sináptico de actividad, todos los sitios de unión disponibles están siendo ocupados, y uno experimenta el cambio de modo en un período de unos treinta segundos. En ese punto uno llega a un lugar que desafía descripción, un espacio que tiene un sentimiento de estar bajo tierra, o de alguna manera insulado y abovedado . En Finnegans Wake tal espacio se conoce como el «merry go raum,» de la palabra alemana raum, para espacio. La sala en realidad está dando vueltas, y en ese espacio uno se siente como un niño, aunque uno ha salido a alguna parte en la eternidad.

La experiencia siempre me recuerda al vigésimo cuarto fragmento de Heráclito: «El Aeon es un niño que juega con bolas de colores.» Uno no solo se vuelve el Aeon que juega con bolas de colores pero tambien se encuentra con entidades. En el libro escrito por mi hermano y mi persona, The Invisible Landscape, los describo como máquinas elfas autotransformables, porque eso es lo que parecen. Estas entidades están retorciendo dinámicamente modulos topológicos que son de alguna manera distintos del fondo circundante, el cual está a su vez experimentando una transformación continua. Estas entidades me recuerdan a la escena en la versión de la película El Mago de Oz luego de que los Munchkins vienen con un certificado de muerte para la Bruja del Este. Todos ellos tienen voces muy chillonas y cantan una pequeña canción acerca de estar «completa y absolutamente muertos.» Los Munchkins triptamínicos vienen, estas entidades dimensionales, y bañan a uno en amor. No es erótico pero es sincero. Ciertamente se siente bien. Estos seres son como reflexiones fractales de alguna parte previamente escondida pero repentinamente autónoma de nuestra propia psique.

Y están hablando, diciendo, «No te alarmes. Recuerda, y haz lo que estamos haciendo.» Una de las características interesantes del DMT es que a veces inspira miedo—esto marca la experiencia como existencialmente auténtica. Uno de los enfoques interesantes para evaluar un compuesto es ver cuan ansiosa está la gente de consumirlo una segunda vez. Un toque de terror da el sello de validez a la experiencia porque significa, «Esto es real.» Leemos la literatura, sabemos acerca de las dósis máximas, la LD-50, etc. Pero sin embargo, tan grande es la fe de uno en la mente que cuando uno está allá fuera en ella uno llega a sentir que las reglas de la farmacología realmente no aplican y que el control de existencia en ese plano es realmente cuestión de voluntad y buena suerte.

No estoy diciendo que hay algo intrínsecamente bueno sobre el terror. Estoy diciendo que, dada la situación, si uno no está aterrorizado entonces uno debe estar de alguna manera fuera de contacto con la dinámica completa de lo que está sucediendo. No sentirse aterrado significa que uno es un tonto o que uno ha tomado un compuesto que paraliza la habilidad de sentirse aterrado. No tengo nada en contra del hedonismo, y ciertamente saco algo de ello. Pero la experiencia debe mover el corazón de uno, y no lo moverá a menos que trate con los asuntos de la vida y la muerte. Si trata con la vida y la muerte lo llevará a uno al miedo, a lágrimas, a risas. Estos lugares son profundamente extraños y ajenos.

Los elfos fractales parecen ser tranquilizadores, diciendo, «No te preocupes, no te preocupes, haz esto, observa esto.» Mientras tanto, uno está completamente «allí.» El ego está intacto. Los reflejos de miedo están intactos. Uno no se siente «fuera de cabos» en lo absoluto. Consecuentemente, la reacción natural es asombro; profundo asombro que persite y persiste. Uno respira y persiste. Los elfos están diciendo, «No entres en un ciclo de asombro que reprima tu habilidad para entender. Intenta no estar sorprendido. Intenta concentrarte y ver lo que estamos haciendo.» Lo que están haciendo es emitir sonidos como música, como lenguaje. Estos sonidos pasan sin ningún momento cuantificado de distinción—como Filón el Judío dijo que el Logos haría cuando se volviera perfecto—de cosas oídas a cosas vistas. Uno oye y ve un lenguaje de significado extranjero que comunica información extranjera que no puede ser pasada al inglés.

Como monos que somos, cuando nos encontramos con un objeto translinguístico, un tipo de disonancia cognitiva se activa en nuestro rombéncefalo. Intentamos echar lenguaje sobre él y se derrama como agua de la espalda de un pato. Volvemos a intentar y volvemos a fallar, y esta disonancia cognitiva, este «wow» que se construye a partir de este objeto causa asombro, sorpresa, y admiración al borde del terror. Uno debe controlar eso. Y la forma de controlarlo es haciendo lo que las entidades te dicen que hagas, hacer lo que ellos hacen.

Menciono estos «efectos» para llamar la atención de los experiencialistas, sean chamanes o científicos. Hay algo que sucede con estos compuestos que no es parte del espectro presentacional normal de la experiencia con drogas psicodélicas. Cuando uno empieza a experimentar con la voz, fenómenos imprevistos son posibles. Uno experimenta glosolalia, aunque a diferencia de la glosolalia clásica, la cual ha sido estudiada. Los estudiantes de glosolalia clásica han medido piscinas de saliva de dieciocho pulgadas a lo largo del suelo de iglesias suramericanas donde la gente ha estado de rodillas. Luego de que la glosolalia clásica ocurre, los glosolaliastas se dan la vuelta para preguntar a la gente cercana, ¿Lo hice? ¿Hablé en otra lengua? Este fenómeno inducido con alucinógenos no es así; es simplemente un estado cerebral que permite la expresión del lenguaje ensamblador que yace tras el lenguaje, o un lenguaje primigenio del tipo que Robert Graves discutió en The White Goddess, o un lenguaje cabalístico del tipo descrito en el Zohar, un ur sprach primigenio que sale de uno mismo. Uno descubre que uno puede hacer que los objetos extraterrestres— estos complejos rotatorios de tres dimensiones de luz y color transformantes llenos de emociones y significado. Saber esto es como sentirse un niño. Uno está jugando con bolas de colores; uno se ha vuelto el Aeon.

Esto me ocurrió veinte segundos luego de fumar DMT en un día en particular de 1966. Estaba horrorizado. Hasta entonces pensaba que tenía mis categorías ontológicas intactas. Había tomado LSD antes, pero esto me llegó como un rayo de la nada. Luego de que la experiencia concluyó dije (y lo dije muchas veces), «No puedo creer esto; esto es imposible, esto es completamente imposible.» Había una declención de gnosis que demostró en un momento que justo aquí y ahora, a un quanta de distancia, hay un universo de inteligencia activa que es transhumano, hiperdimensional, y extrañamente ajeno. Lo llamo el Logos, y no hago juicios sobre él. Con frecuencia establezco un diálogo con él, diciendo, «Bueno, ¿qué eres? ¿Eres algún tipo de conciencia difusa que está en el ecosistema de la tierra? ¿Eres un dios o un extraterrestre? Muéstrame lo que sabes.»

Los hongos psilocibios también transportan a uno al mundo del hipercontinuum triptamínico. Ciertamente, la psilocibina es una triptamina psicoactiva. El hongo está lleno de respuestas a las preguntas que su propia presencia plantea. La verdadera historia de la galaxia en los últimos cuatro millones quinientos mil años es trivial para él. Uno puede acceder a imágenes de historia cosmológica. Tales experiences naturalmente plantean la cuestión de validación independiente—al menos durante un tiempo esta fue mi pregunta. Pero a medida que me fui familiarizando con las asunciones epistemológicas de la ciencia moderna, lentamente me di cuenta de que la estructura de la empresa intelectual del occidente es tan endeble en el centro que aparentemente nadie sabe nada con certidumbre. Fue entonces cuando me volví menos reacio a hablar sobre estas experiencias. Son experiencias, y como tales son información primaria para el ser. Esta dimensión no es remota, y sin embargo es tan inexpresablemente bizarra que pone en duda todas las asunciones históricas de la humanidad.

Los hongos psilocibios hacen las mismas cosas que el DMT, aunque la experiencia va creciendo durante una hora y se prolonga por un par de horas. Existe la misma confrontación con una inteligencia ajena y complejos de información translinguística extremadamente bizarros. Estas experiences fuertemente sugieren que hay alguna habilidad latente del cerebro/cuerpo que aún no ha sido descubierta; sin embargo, una vez descubierta, será tan obvia que caerá directo en la corriente principal de la evolución cultural. Me parece que el lenguaje es la sombra de esta habilidad o que esta habilidad sera una extensión adicional del lenguaje. Quizá un lenguaje humano es posible en el cual la intención de significado sea en realidad vista en espacio tridimensional. Si esto puede ocurrir en DMT, significa que es al menos, bajo ciertas circunstancias, accesible a los seres humanos. Dados diez mil años y una alta participación cultural en tal talento, ¿alguien duda que pudiera volverse una conveniencia cultural de la misma forma en que las matemáticas o el lenguaje se han vuelto una conveniencia cultural?

Naturalmente, como resultado de la confrontación con inteligencia ajena con intelecto organizado en el otro lado, muchas teorías han sido elaboradas. La teoría que yo propongo en Psilocybin: The Magic Mushroom Grower’s Guide, mantenía que el hongo era de hecho un extraterrestre. Sugerí que el hongo Stropharia Cubensis era una especie que no evolucionó en la tierra. Bajo el trance del hongo, me informaron que una vez que una cultura tiene completo entendimiento de su información genética, se rediseña a sí misma para su supervivencia. La version de rediseño del hongo Stropharia Cubensis es una estrategia de red miceliana cuando entra en contacto con superficies planetarias y una estrategia de dispersión de esporas como medio de irradiación a lo largo de la galaxia. Y, aunque me perturba cuan libremente el teorema de la no localidad de Bell es discutido, sin embargo el intelecto ajeno en el otro lado parece estar en posesión de un gran cuerpo de información sacada de la historia de la galaxia. Dice/dicen que esto no es nada inusual, que las concepciones de la inteligencia organizada de la humanidad y la dispersión de vida en la galaxia están sin esperanzas atadas a la cultura, que la galaxia ha sido una sociedad organizada por billones de años. La vida evoluciona bajo tantos diferentes regímenes de química, temperatura, y presión que buscar un extraterrestre que se siente y tenga una conversación contigo está condenado al fracaso. El problema principal al buscar extraterrestres es reconocerlos. El tiempo es tan vasto y las estrategias y entornos evolutivos tan variados que el truco está en saber que el contacto está siendo hecho. El hongo Stropharia Cubensis, si uno puede creer lo que dice en uno de sus humores, es un simbionte, y desea una simbiosis aún más profunda con la especie humana. Alcanzó una temprana simbiosis con la sociedad humana asociándose con ganado domesticado y a través de los nómadas humanos. Como las plantas que hombres y mujeres cultivaron y los animales que manejaron, el hongo fue capaz de inculcarse a sí mismo en la familia humana, de manera que donde los genes humanos fueran estos otros genes serían llevados.

Pero los clásicos cultos al hongo de Méjico fueron destruídos por la venida de la conquista española. Los franciscanos asumieron que tenían un monopolio absoluto de teopagía, el consumo de Dios; y aún así en el Nuevo Mundo se toparon con gente llamando al hongo teonanacatl, la carne de los dioses. Se pusieron a trabajar, y la Inquisición fue capaz de echar la vieja religión a las montañas de Oaxaca así que solo sobrevivió en unos pocos pueblos cuando Valentina y Gordon Wasson lo encontraron allí en los años 50.

EN PROCESO

Deja un comentario